Washington. Lo que acaba de sucederle a Barack Obama no debía haber ocurrido nunca.
El presidente eligió una pequeña localidad de Maryland para entrar de pleno en la campaña electoral y apoyar a sus compañeros demócratas de cara a las próximas elecciones legislativas. La mayoría del público asistente era afroamericano, por lo que todo se preveía un juego de niños. Pero mientras Obama hablaba, la gente comenzó a abandonar la sala. Y cuando terminó su intervención, se habían ido ya varios centenares de personas.
La imagen del mandatario de EE.UU. cae en picada, arrastrada por su mala gestión en temas fundamentales. En las elecciones legislativas de medio término perdería la mayoría en el Senado.
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