La única vez que Gustavo Maldino se quedó mudo fue en Italia, más precisamente en la iglesia del pueblo de Frascaro, hasta donde llegó rastreando la casa de su abuelo, nacido allá. El abuelo solía cantar en el coro de la parroquia. Tras un periplo casi cinematográfico con viajes en taxi y buenos samaritanos, Maldino ubicó el pueblo, gente que recordaba su apellido y la iglesia en cuestión, donde sus genes habían empezado a levantar la voz.
Gustavo Maldino es reconocido en el ámbito nacional e internacional como un referente en materia de dirección coral. Nació en San Vicente y recorrió el mundo frente a agrupaciones de distintas geografías. Es fanático del billar, la poesía y la buena mesa.
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