jueves, 31 de julio de 2014

El caballero del cinematógrafo

Roger Koza

El cine de Robert Bresson es un misterio. Nada se le parece, nadie ha sido capaz ni siquiera de imitarlo. Alguna película de Eugene Green lo invoca, como sucede también en algún que otro plano de Kiarostami y en casi la totalidad de la obra de su mejor “discípulo”, Darezhan Omirbayev. Un filme de Bresson parece caído del cielo, como si él hubiese pertenecido a un linaje de la humanidad en el que se expresaba una forma de sensibilidad de la especie que sucumbió finalmente frente al embrutecimiento general de una civilización a la deriva. 

Los diálogos de Bresson por Bresson: entrevistas (1943-1983), el libro editado por El Cuenco de Plata, funcionan como una declaración de esos principios y enunciados que lo convirtieron en un cineasta único.



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