Agencia AP
Los pescadores aún recuerdan cuando la línea costera de este pequeño poblado al sur occidente de la isla estaba 100 metros más lejos. En el fondo de las aguas que avanzaron quedaron casas rústicas, una ruta paralela al mar y hasta un tanque de guerra que ahora los vecinos utilizan para medir, preocupados, cuánto retrocede la tierra cada año.
Preocupadas por los pronósticos de elevación del mar debido al cambio climático, el impacto de los huracanes y un futuro de salinización de las parcelas agrícolas, las autoridades cubanas comenzaron a trabajar a marcha forzada en la reparación de sus manglares.
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