No hay provincia que soporte el dramático viaje hacia la cesación de pagos, ha dicho De la Sota en sus contactos con otros gobernadores. Cerca del mandatario, imaginan el restablecimiento de aquella liga de gobernadores que sirvió para sacarle acuerdos a Fernando de la Rúa. Pero nada es como entonces.
Una cruda realidad que promete nuevas desgracias reabre viejas relaciones. Más como gobernador que como aspirante a ser candidato presidencial, José Manuel de la
Sota toca la campana de la advertencia.
Busca un amparo para las cuentas provinciales asoladas por la inflación y la recesión, con el viejo ritual de intentar restablecer la sociedad de gobernadores a la que la crisis de 2001, como a tantas otras cosas, convirtió en historia.
Los números de la administración cordobesa muestran los signos inocultables de una crisis en crecimiento.
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