Infaltables en esos pícnics eran las galletitas de agua con picadillo o paté; y los especiales de mortadela y pan francés.
En la segunda mitad de la década de 1970, en plena dictadura militar, los que éramos adolescentes en Córdoba no teníamos convocatorias multitudinarias para celebrar el 21 de septiembre, con propuestas musicales de grupos o cantantes famosos. Suplíamos esa carencia con un gran pícnic que podíamos hacer tanto en una plaza de barrio como en los parques Sarmiento o Las Heras.
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