Le pedimos a Dios, pero sobre todos nos pedimos a nosotros, los hombres.
Oramos por vos, Martina. Le pedimos a Dios, pero sobre todos nos pedimos a nosotros, los hombres. Tal vez lo hacemos con un rezo, con un rosario en la mano o sólo orientamos el corazón hacia vos y pensamos cada latido que sentimos; pensamos en vos y en tus latidos.
La esperanza de tu corazón es la esperanza del nuestro. En momentos como este, acaso nos encomendamos a Dios, pero este es un asunto de los hombres; nosotros tenemos que salvarte, nosotros tenemos que salvarnos.
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