Hoy por hoy, los europeos se están comportando como vulgares maridos, tan propensos a ausentarse, separarse y cambiar de estado. Cuesta convencerlos de que más vale gordita conocida que flaca y tuneada por conocer.
Sin embargo, en el caso de las regiones con ínfulas separatistas, subyace otra realidad. En buena medida, es el viejo encono de los que tienen más recursos y pagan más impuestos, ante los que tienen menos. Se resume en el conocido eslogan “no tengo por qué mantener esa sarta de vagos”.
Hoy por hoy, los europeos se están comportando como vulgares maridos, tan propensos a ausentarse, separarse y cambiar de estado. Cuesta convencerlos de que más vale gordita conocida que flaca y tuneada por conocer.
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